viernes, 5 de junio de 2009

Blanco y negro


Después de una receta sana y casi al vapor, toca otra vez algo dulce, jeje, aunque esta vez se trata de un postre que no es nada pesado, y se puede hacer todavía más ligero de lo que yo lo hice. El mío es exactamente igual que las capas blanca y negra de la tarta tres chocolates (con todas las que he hecho ya, y todavía no la tengo en el blog...), pero si miráis el original de Alicia (pincha aquí) veréis que lo hace sin nata y sin azúcar. En realidad, lo original del postre es la forma, dentro de esta idea se pueden hacer mil variantes con esa textura: flan, cuajada, mousse, y el sabor que más nos guste.

Ingredientes:

Un molde de silicona alargado de un litro

Capa blanca:
150 gr. de chocolate blanco
250 gr. de leche
250 gr. de nata líquida para postres
1 sobre de cuajada

Capa negra:
150 gr. de chocolate sin leche
250 gr. de leche
250 gr. de nata líquida para postres
50 gr. de azúcar
1 sobre de cuajada

Preparación:

Todos los ingredientes de la parte blanca en el vaso, y programamos 7 minutos, 90º, velocidad 3. Cuando pasan un par de minutos y ya no se escuchan tanto los trozos de chocolate, subimos a velocidad 4. Vertemos sobre el molde que ya tendremos colocado de lado (dentro de uno igual pero rígido, y éste lo tumbamos apoyándolo en algo hasta que la capa quede "en diagonal", como se ve en la foto). Dejamos que cuaje, sin moverlo, como una hora. Lavamos el vaso.
Preparamos la parte negra del mismo modo que la blanca. Rayamos un poquito la superficie de la capa blanca con las puntas de un tenedor, con cuidado, para que luego las dos capas no se despeguen. Colocamos el molde en su posición correcta y vertemos la mezcla de chocolate negro ayudándonos de un cucharón, para que no caiga sobre la otra a bocajarro. Esperamos a que enfríe sin moverlo, y pasada al menos una hora, guardamos en la nevera hasta el día siguiente.

Notas: en una tarta "normal" no es necesario esperar a que cuaje una capa para echar la siguiente, pero aquí sí, porque el negro hay que echarlo ya con el molde en su posición correcta.
Es una tarta resultona, por lo bonita que queda y lo original de la forma, y sin embargo no da nada de trabajo: no hace falta horno, ni base, ni dedicarle demasiado tiempo. Además, de sabor buenísima, si nos gusta más dulzona la dejamos así, si la queremos muy ligera, sustituimos la nata por la misma cantidad de leche y no le ponemos azúcar. Para todos los gustos.

1 comentario:

fely dijo...

UMMMMM!!! esta la hice y esta....requetebuena........jejejjeje te quedo de lujo preciosa.
Un besazo.